Escuela y desigualdades: ¿Qué
oportunidades tenemos?
¿En qué pensamos, cuando pensamos en la escuela?
La escuela es la gran antorcha colocada
en medio de las tinieblas de la ignorancia; en su recinto están los maestros,
apóstoles de la ciencia, encargados de reunir en torno de ellos a los niños
para disipar, con la luz de la verdad las sombras que obscurecen las
inteligencias sin cultivo y enseñarles a distinguir el bien del mal, grabando
en sus corazones los medios de practicar la virtud y huir del vicio.
Sarlo,
B. (2001). La máquina cultural.
Fragmento "La escuela" Juan Ferreyra 1901 (p. 18). La
Habana: Casa, Fondo Ed. Casa de las Américas.
La
escuela es la institución específicamente educativa creada expresamente para
cumplir la función pedagógica de transmisión de conocimientos y la adquisición
de habilidades y aptitudes intelectuales.
Antes…
Ahora… ¿Siempre hubo escuela? Y si la hubo ¿Siempre fue y sigue siendo igual?
La
escuela no es un fenómeno natural, sino que constituye un fenómeno histórico y
social: no siempre hubo escuela y menos aún, como hoy la conocemos.
Un
edificio con ciertas características, aulas, patios, salas de profesores,
bibliotecas, un mástil, un timbre, una portera, guardapolvos, saludos a la
bandera, cuadernos, carpetas, pupitres, pizarrones, escritorios,
planificaciones, diseños, libros, cuadernos de comunicaciones, sanciones,
amonestaciones; estas y muchas más son cosas que encontramos en la escuela, que
componen a lo que conocemos como escuela.
La institución estaba regida por
leyes y normas y la figura del docente en esta era la más respetada, jamás
podrían cuestionarse las prácticas que este ejercía.
Algunos
recordarán, verse sentados cada uno en sus
pupitres inmóviles, silenciosos y temerosos de ese docente al frente de la
clase o que merodeaba entre los bancos.
En la educación actual tanto el docente como el alumno son quienes poseen el conocimiento, pudiendo generarse entre estos un rico intercambio.
Aunque esta educación o las instituciones
actuales se siguen rigiendo por leyes y normas han perdido la autoridad tan
característica de la escuela tradicional y la de sus maestros.
Algo impensado en otros tiempos
está sucediendo, el rol y la figura del maestro está
en tela de juicio todo el tiempo, surgiendo cuestionamientos acerca de sus
prácticas.
Los niños de esta escuela, tienen un cierto libertinaje dentro del aula, no están todo el tiempo con la cabeza dentro de un libro y no acatan al 100% las órdenes del docente.
Pero si hay algo en común entre la escuela de antes y la de ahora, es que en ambas se hicieron presentes las diferentes clases sociales y todo lo característico a ellas.
Clases
bajas, medias, altas han sido parte del sistema educativo a lo largo del tiempo,
pero entre los niños de estas clases existe una amplia inequidad social; la
desigualdad de oportunidades para acceder a bienes y servicios como vivienda,
educación o salud son factores fundamentales en su desarrollo.
Claro
está que las clases sociales altas, tienen mayores posibilidades de acceder a
una buena educación, pero en las clases sociales bajas a los niños se les
dificulta acceder a la educación, debido a la falta de recursos o posibilidades
socioeconómicas; pocos también son los
niños que acceden a una institución educativa, y muchas veces son la primera
generación de su familia que logra acceder a esta y además lograr tener un
título.
¿La
escuela genera una desigualdad entre los niños de las diversas clases?
Como
señala Trucco (Cepal, 2011): “En vez de que la oferta educativa cumpla la
promesa y la expectativa de revertir las desigualdades sociales de origen, lo
que está haciendo es reproducirlas”.
El
problema no es sólo estar en la escuela sino con qué conocimientos se sale de
ella. Ello va a ser muy diferente según factores como el número de horas de
clase anuales efectivas, y la preparación, motivaciones, capacitaciones y
tiempos de dedicación de los maestros. También incidirán los recursos para el
aprendizaje, la infraestructura de la escuela, su equipamiento en bibliotecas y
en informática. Todo ello varía profundamente en buena parte de la región,
creando circuitos de calidad diferenciados. Como consecuencia de todo lo
anterior, lo que aprenden los alumnos varía totalmente según concurran a una
escuela privada, a una pública urbana o a una rural.
Kliksberg,
B. (2014). "¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad?"
"Educación pobre para pobres" (p. Cap 10).
Aquí
el punto es que la escuela, como institución del Estado, es la
responsable de achicar esas brechas... No deberíamos naturalizar que las clases
altas puedan acceder a una mejor educación.
Pero
esta vez no solo la escuela es quien está incrementando esta brecha, llegó el
año 2020 y consigo trajo una pandemia que nos obligó a todos a permanecer
aislados en nuestras casas. El recurso que ganó en esta incertidumbre de cómo
mantener la continuidad pedagógica, fue
la tecnología, plataformas como
Classroom, Zoom, Meet, grupos de WhatsApp y probablemente algunas otras fueron
de las más utilizadas por docentes y niños.
La pobreza en la infancia deja una estaca clavada en el pecho. Una de las tareas de la escuela es removerla. Es cambiar destinos, abrirlos.
Axel Rivas (2014)- Revivir las aulas
Para
revertir esto, la escuela y los maestros deben partir del reconocimiento de las
desigualdades de origen y ofrecer la respuesta adecuada, buscando las mejores
estrategias de intervención pedagógica que promuevan la inclusión social, y
esencialmente que ayuden a detectar, reconocer, respetar y actuar en virtud de
las diferencias entre los alumnos. Sólo de este modo se logrará una escuela que,
respetuosa de la diversidad personal y colectiva, brinde a cada uno lo que
necesite formativamente, una educación que integre, incluya, comprenda y pueda
contener a todos los alumnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario