¿Igualdad de oportunidades? |
"La publicidad nos manda a consumir y la economía lo prohíbe. Las
órdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposible para la mayoría, se
traducen en invitaciones al delito. Las páginas policiales de los diarios
enseñan más sobre las contradicciones de nuestro tiempo que las páginas de
información política y económica. Este mundo, que ofrece el banquete a todos y
cierra la puerta en las narices de tantos es, al mismo tiempo, igualador y
desigual: igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en
las oportunidades que brinda".[1]
Cuando era chica, en mi paso por la
escuela primaria, recuerdo que antes de empezar el ciclo lectivo, las
publicidades en los canales para niños, mostraban los útiles escolares más
nuevos, novedosos y cancheros del mercado. Posiblemente la mayoría de las niñas
al ver la cartuchera de Barbie con tres pisos, brillosa, rosa y hasta con
relieve quedarían fascinadas y la pedirían. Muchos padres seguramente no la han
podido comprar porque la cultura mediática, incluye pero tiene reglas que
indudablemente excluyen. Las corporaciones en este caso con los útiles
escolares se meten en las escuelas año tras año. Pietro Castillo formula que la
cultura mediática por distintas razones entra a nuestras casas porque somos
nosotros quienes le abrimos las puertas pero menciona que ve la clave en la
relación con los mayores, el logro de un hogar, de una comunidad de
comunicación y sentido. Ahora bien… ¿Qué sucede con las familias excluidas por
las reglas del mercado? Las familias marginadas, como la de Ángela[2], una niña que aparece en
un video documental mostrando su entorno precario, la mala
relación con su madre, sus sentimientos de soledad y odio. Su vida posiblemente
es como la de muchos otros niños que no solo están privados de
este trivial consumo como es el ejemplo de los útiles sino también de la
educación, la cultura, la comunicación, de lo social.
Cuando hablamos de educación, tendemos a
suponer que al ser obligatoria todos los niños de nuestro país concurren a la
escuela. Y estamos muy equivocados, las cifras que muestra el economista, sociólogo y profesor Kliksberg sobre la
pobreza, el trabajo infantil, la deserción escolar, la desigualdad, son
alarmantes. El 95% de los niños empieza
la primaria, pero el 14% no la termina. Hoy en día sin la primaria completa, no
hay futuro laboral alguno para una persona y además cada vez la vara de títulos
que hay que tener es más alta.
Kliksberg plantea que
uno de los problemas no es sólo estar en la escuela sino con qué conocimientos
se sale de ella, y ahí van a incidir diversos factores, la infraestructura, las
motivaciones, la relación con los maestros, el equipamiento, etc. Esto se
relaciona con los tipos de capital que nombra Bourdieu y cómo si un individuo
posee un capital económico bajo, éste influye directamente en los otros tres tipos
de capitales (social, cultural y simbólico). No existe lo social como algo
independiente de lo político, lo económico y lo cultural. Entonces me pregunto…
¿es posible hablar de meritocracia en la escuela? Considerando a la
meritocracia como los éxitos o fracasos que va a tener el alumno, dependiendo
del logro o mérito individual, partiendo todos de una misma base. En la escuela
se reproduce el mismo escenario de lucha y de desigualdad existente en la
sociedad.
El título hace
referencia a que al conocer, leer, escuchar lo que sucede con la educación, la
niñez, con la sociedad en su sentido más amplio, no podemos como futuros
docentes mirar para otro lado. Debemos revalorizar la práctica docente, ser
conscientes y generar un cambio, no para unos pocos sino para todos. Salir de
la enseñanza tradicionalista que vimos por ejemplo en el relato de Rosita del
Río, de las prácticas de adoctrinamiento, docilidad, pasividad que imparte este
tipo de enseñanza de la que habla Axel Rivas para pasar a formar vínculos,
puentes con nuestros alumnos, acompañarlos, escucharlos y tener en cuenta el contexto, para que la educación sea tomada como un derecho y no como una obligación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario