viernes, 13 de noviembre de 2020

El conocimiento nos hace responsables.

 


¿Igualdad de oportunidades?

"La publicidad nos manda a consumir y la economía lo prohíbe. Las órdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposible para la mayoría, se traducen en invitaciones al delito. Las páginas policiales de los diarios enseñan más sobre las contradicciones de nuestro tiempo que las páginas de información política y económica. Este mundo, que ofrece el banquete a todos y cierra la puerta en las narices de tantos es, al mismo tiempo, igualador y desigual: igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las oportunidades que brinda".[1]

 

Cuando era chica, en mi paso por la escuela primaria, recuerdo que antes de empezar el ciclo lectivo, las publicidades en los canales para niños, mostraban los útiles escolares más nuevos, novedosos y cancheros del mercado. Posiblemente la mayoría de las niñas al ver la cartuchera de Barbie con tres pisos, brillosa, rosa y hasta con relieve quedarían fascinadas y la pedirían. Muchos padres seguramente no la han podido comprar porque la cultura mediática, incluye pero tiene reglas que indudablemente excluyen. Las corporaciones en este caso con los útiles escolares se meten en las escuelas año tras año. Pietro Castillo formula que la cultura mediática por distintas razones entra a nuestras casas porque somos nosotros quienes le abrimos las puertas pero menciona que ve la clave en la relación con los mayores, el logro de un hogar, de una comunidad de comunicación y sentido. Ahora bien… ¿Qué sucede con las familias excluidas por las reglas del mercado? Las familias marginadas, como la de Ángela[2], una niña que aparece en un video documental mostrando su entorno precario, la mala relación con su madre, sus sentimientos de soledad y odio. Su vida posiblemente es como la de muchos otros niños que no solo están privados de este trivial consumo como es el ejemplo de los útiles sino también de la educación, la cultura, la comunicación, de lo social.

 Cuando hablamos de educación, tendemos a suponer que al ser obligatoria todos los niños de nuestro país concurren a la escuela. Y estamos muy equivocados, las cifras que muestra el economista, sociólogo y profesor Kliksberg sobre la pobreza, el trabajo infantil, la deserción escolar, la desigualdad, son alarmantes.  El 95% de los niños empieza la primaria, pero el 14% no la termina. Hoy en día sin la primaria completa, no hay futuro laboral alguno para una persona y además cada vez la vara de títulos que hay que tener es más alta.

Kliksberg plantea que uno de los problemas no es sólo estar en la escuela sino con qué conocimientos se sale de ella, y ahí van a incidir diversos factores, la infraestructura, las motivaciones, la relación con los maestros, el equipamiento, etc. Esto se relaciona con los tipos de capital que nombra Bourdieu y cómo si un individuo posee un capital económico bajo, éste influye directamente en los otros tres tipos de capitales (social, cultural y simbólico). No existe lo social como algo independiente de lo político, lo económico y lo cultural. Entonces me pregunto… ¿es posible hablar de meritocracia en la escuela? Considerando a la meritocracia como los éxitos o fracasos que va a tener el alumno, dependiendo del logro o mérito individual, partiendo todos de una misma base. En la escuela se reproduce el mismo escenario de lucha y de desigualdad existente en la sociedad.

El título hace referencia a que al conocer, leer, escuchar lo que sucede con la educación, la niñez, con la sociedad en su sentido más amplio, no podemos como futuros docentes mirar para otro lado. Debemos revalorizar la práctica docente, ser conscientes y generar un cambio, no para unos pocos sino para todos. Salir de la enseñanza tradicionalista que vimos por ejemplo en el relato de Rosita del Río, de las prácticas de adoctrinamiento, docilidad, pasividad que imparte este tipo de enseñanza de la que habla Axel Rivas para pasar a formar vínculos, puentes con nuestros alumnos, acompañarlos, escucharlos y tener en cuenta el contexto, para que la educación sea tomada como un derecho y no como una obligación.





[1] Eduardo Galeano, Patas arriba: la escuela del mundo al revés, “ curso básico de injusticia”

[2] Documental de cámaras decoloniales “D HUMANOS DV INGLES1”

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