miércoles, 18 de noviembre de 2020

¿EDUCACIÓN PARA TODOS O EDUCACIÓN PARA ALGUNOS?


Desde los comienzos de la escuela en nuestro país se han notado distintos tipos de desigualdades que intentaremos abordar desde diferentes miradas. 

En los comienzos del sistema educativo argentino, se configuró una escuela privada y religiosa, que años más tarde se modificó gracias a Ley de Educación Común y convirtió a nuestro país en una potencia en cuanto a educación en América Latina. Pero esta potencia estaba dividida, por un lado la escuela primaria abastecía a casi quinientos mil alumnos y a secundaria, solo asistían seis mil. Bien dice Axel Rivas: “La primaria simboliza el cuerpo y la secundaria la cabeza”. La primaria era obligatoria porque perseguía el fin que buscó Sarmiento, homogeneizar el país, que todos tengan la misma cultura, conocimiento, el mismo idioma. En cambio la secundaria, era una máquina de selección de las clases dirigentes, para saber quienes iban a gobernar el país. La cabeza maneja al cuerpo. 

No solo su matrícula, ambos modelos de escuelas eran totalmente distintos. Ningún niño pobre podría imaginarse estar en una secundaria, esa escuela era como una herencia de sangre para quienes tenían padres acomodados, cercanos al poder, dueños de tierras o riquezas.  En este sentido la escuela confirmaba el orden social, este sistema educativo era parte de un sistema de dominación: de los pocos con mucho poder hacia lo muchos con un saber básico que les impedían salir de donde estaban. 

El autor de “Revivir las aulas” menciona que las escuelas no eran “blancas palomitas” y que el guardapolvo blanco intentaba tapar estas desigualdades durante la escolarización, pero al terminar esta, esa realidad que sometía a los niños seguía siendo la misma.  Esto mismo se repite en el relato de Beatriz Sarlo, dando el ejemplo de Rosa del Río para tener una mirada generalizada de lo que era la acción docente en esa época. En esta tarea no se intentaba luchar contra estas desigualdades, ellas estaban atadas a los mandatos estatales, que buscaban homogeneizar desde el punto del higienismo, que todos se vean igual con el guardapolvo blanco y las cabezas rapadas, y la alfabetización, que solo terminaran la escuela sabiendo leer y escribir. No se les brindaba herramientas que posibilitaran imaginar otra realidad más allá de las que ellos tenían. 

Hoy en día podemos hablar de estas desigualdades que cada vez son más notables, podemos distinguir y criticar cuando cuando una acción es claramente discriminatoria. Las personas tienen cada vez más actitudes que perjudican a otros, ya no les interesa las personas, solo importa cómo se visten, lo material, el color de piel, donde vive, su religión, sin tener en cuenta los valores y la moral de aquellas. Esto es discriminación.

La discriminacion se puede dar entre personas, cuando se les tiene un trato diferente; pero cuando esto ocurre entre clases sociales se habla de desigualdad social. Los sometidos ante esto siempre son las minorías, sobre quienes los grandes grupos quieren tener control e inhibirlos haciéndoles creer que no pueden llegar a nada. El tiempo pasa, pero esta problemática de dominación se sigue reproduciendo tanto en los planos económicos como en los sociales y culturales.

Esto que mencionamos se trasladó hacia las escuelas con la dicriminación que hay entre los alumnos y, a su vez, desde el sistema educativo hacia las clases sociales bajas apelando a las diferentes teorías que han propuesto las corrientes del orden social, como la teoría del capital humano, el concepto de “meritocracia”, el funcionalismo tecnológico y la pedagogía por objetivos, como respuesta a los logros y fracasos alcanzados por los alumnos. Estas mismas no comprenden ni parten de la base de que la realidad social de los alumnos puede beneficiar o perjudicar la trayectoria educativa de una persona, como lo demuestra el video de “Angela y Maria”. En este mencionado se compara la vida de dos chicas de la misma edad pero con realidades opuestas, analizándolo desde la mirada de Bourdieu podemos dar cuenta de que tanto sus capitales económicos (la posibilidad de tener control sobre recursos económicos), sociales (tipos de relaciones y obligaciones que una persona establece) y culturales (son las formas de conocimiento, habilidades, educación que tiene una persona y que es provisto por la familia) difieren completamente, y que, haciendo un análisis de su capital simbólico (propiedades que son vistas por los demás) se nota una gran desventaja para aquella niña que crece en una villa, pobre de relaciones afectivas, con un capital cultural muy distinto al que intenta reproducir la escuela y sin acceso a muchos bienes económicos, que es un benefactor en este sentido, además de que su crecimiento en ese entorno tan carente en muchos aspectos, perjudicó su desenvolvimiento personal, social y afectivo. Teniendo en cuenta esto, nuestra pregunta recae en: 


¿El sistema educativo tiene en cuenta estas desigualdades que, claramente comprobado, influyen en el proceso de aprendizajes de las personas?.

 

Claramente no, en toda América Latina se reclama contra la inequidad en educación. Un claro ejemplo es el sistema educativo de Chile y la protesta que están llevando a cabo los estudiantes, como vimos en el Capítulo 10 del libro “¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad?” de Bernardo Kliksberg, en el que se menciona la problemática de la pobre educación proporcionada por el Estado, luego de recorrer la historia y el porqué de este reclamo nos da la pauta de qué podemos hacer en educación y nos parece necesario citar los siguientes párrafos: 

“La realidad exige consiguientemente que se diseñen vigorosas políticas de mejoramiento de la equidad en educación y que ellas sean un núcleo central de las políticas educativas generales.

En sociedades como las latinoamericanas, con vastos sectores de la población viviendo en la pobreza y la miseria, la educación puede ser una poderosa fuerza de cambio social y devolución de dignidad y esperanza a los pobres o, por el contrario, de persistir las fuertes inequidades que la marcan, será un refuerzo permanente de los círculos perversos que conducen a la exclusión social y la tornan en una situación sin salida.

La educación es una causa colectiva. Debería haber pactos nacionales de los principales actores sociales sobre cómo enfrentar toda la agenda planteada.”

Desde nuestro lugar como docente no podemos mejorar todos estos puntos de vista que respecta a las políticas educativas que deben ser planteadas por los gobernantes, pero podemos accionar reflexionando constantemente sobre nuestras prácticas, estas deben generar cambios y pensamientos críticos en nuestros alumnos aunando por mejorar estas desigualdades, sin tener una mirada diferente hacia nuestros alumnos pero sí sabiendo leer su contexto, teniendo en cuenta y generando oportunidades que hagan a nuestra enseñanza un momento de igualdad para todos.

Referencias y bibliografía. 

Axel Rivas. “Revivir las aulas: un libro para cambiar la educación”. Editorial: Random Pengüin House. 2014.

Beatriz Sarlo. “La máquina cultural” .2019. Editorial: Siglo XXI Editories. 

Wikipedia. Capital Cultural (sociología). Conceptos extraídos de Pierre Bourdieu. 

Bernardo Kliksberg. Libro: ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad? Cap. 10

Autoras:

- Ibarguren, Florencia.

- Macaroni, Valentina.


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