jueves, 19 de noviembre de 2020

Escuela y desigualdades: ¿Qué oportunidades tenemos?

¿En qué pensamos, cuando pensamos en la escuela?

La escuela es la gran antorcha colocada en medio de las tinieblas de la ignorancia; en su recinto están los maestros, apóstoles de la ciencia, encargados de reunir en torno de ellos a los niños para disipar, con la luz de la verdad las sombras que obscurecen las inteligencias sin cultivo y enseñarles a distinguir el bien del mal, grabando en sus corazones los medios de practicar la virtud y huir del vicio.

Sarlo, B. (2001). La máquina cultural. Fragmento "La escuela" Juan Ferreyra 1901 (p. 18). La Habana: Casa, Fondo Ed. Casa de las Américas.

La escuela es la institución específicamente educativa creada expresamente para cumplir la función pedagógica de transmisión de conocimientos y la adquisición de habilidades y aptitudes intelectuales.

Antes… Ahora… ¿Siempre hubo escuela? Y si la hubo ¿Siempre fue y sigue siendo igual?

La escuela no es un fenómeno natural, sino que constituye un fenómeno histórico y social: no siempre hubo escuela y menos aún, como hoy la conocemos.

Un edificio con ciertas características, aulas, patios, salas de profesores, bibliotecas, un mástil, un timbre, una portera, guardapolvos, saludos a la bandera, cuadernos, carpetas, pupitres, pizarrones, escritorios, planificaciones, diseños, libros, cuadernos de comunicaciones, sanciones, amonestaciones; estas y muchas más son cosas que encontramos en la escuela, que componen a lo que conocemos como escuela.

Brevemente destacaremos algunas características principales de la escuela y educación de antes y la actual.


La educación de antes era una educación bancaria, es decir, una educación donde el docente era quien depositaba contenidos en la mente del alumno, una mente en la que se consideraba que previo a su paso escolar no traía nada consigo.

La institución estaba regida por leyes y normas y la figura del docente en esta era la más respetada, jamás podrían cuestionarse las prácticas que este ejercía.

Algunos recordarán, verse sentados cada uno en sus pupitres inmóviles, silenciosos y temerosos de ese docente al frente de la clase o que merodeaba entre los bancos.


Indiscutiblemente esta educación tiene sus diferencias con la actual ya que los sistemas de educación han cambiado a lo largo de los años.


En la educación actual tanto el docente como el alumno son quienes poseen el conocimiento, pudiendo generarse entre estos un rico intercambio.

Aunque esta educación o las instituciones actuales se siguen rigiendo por leyes y normas han perdido la autoridad tan característica de la escuela tradicional y la de sus maestros.

Algo impensado en otros tiempos está sucediendo, el rol y la figura del maestro está en tela de juicio todo el tiempo, surgiendo cuestionamientos acerca de sus prácticas.

Los niños de esta escuela, tienen un cierto libertinaje dentro del aula, no están todo el tiempo con la cabeza dentro de un libro y no acatan al 100% las órdenes del docente.


Pero si hay algo en común entre la escuela de antes y la de ahora,  es que en ambas se hicieron presentes las diferentes clases sociales y todo lo característico a ellas.

Clases bajas, medias, altas han sido parte del sistema educativo a lo largo del tiempo, pero entre los niños de estas clases existe una amplia inequidad social; la desigualdad de oportunidades para acceder a bienes y servicios como vivienda, educación o salud son factores fundamentales en su desarrollo.

Claro está que las clases sociales altas, tienen mayores posibilidades de acceder a una buena educación, pero en las clases sociales bajas a los niños se les dificulta acceder a la educación, debido a la falta de recursos o posibilidades socioeconómicas; pocos también son  los niños que acceden a una institución educativa, y muchas veces son la primera generación de su familia que logra acceder a esta y además lograr tener un título.

¿La escuela genera una desigualdad entre los niños de las diversas clases?

Como señala Trucco (Cepal, 2011): “En vez de que la oferta educativa cumpla la promesa y la expectativa de revertir las desigualdades sociales de origen, lo que está haciendo es reproducirlas”.

El problema no es sólo estar en la escuela sino con qué conocimientos se sale de ella. Ello va a ser muy diferente según factores como el número de horas de clase anuales efectivas, y la preparación, motivaciones, capacitaciones y tiempos de dedicación de los maestros. También incidirán los recursos para el aprendizaje, la infraestructura de la escuela, su equipamiento en bibliotecas y en informática. Todo ello varía profundamente en buena parte de la región, creando circuitos de calidad diferenciados. Como consecuencia de todo lo anterior, lo que aprenden los alumnos varía totalmente según concurran a una escuela privada, a una pública urbana o a una rural.

Kliksberg, B. (2014). "¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad?" "Educación pobre para pobres" (p. Cap 10).

Aquí el punto es  que  la escuela, como institución del Estado, es la responsable de achicar esas brechas... No deberíamos naturalizar que las clases altas puedan acceder a una mejor educación.

Pero esta vez no solo la escuela es quien está incrementando esta brecha, llegó el año 2020 y consigo trajo una pandemia que nos obligó a todos a permanecer aislados en nuestras casas. El recurso que ganó en esta incertidumbre de cómo mantener la continuidad pedagógica,  fue la tecnología,  plataformas como Classroom, Zoom, Meet, grupos de WhatsApp y probablemente algunas otras fueron de las más utilizadas por docentes y niños.

Pero nuevamente se posa frente a nosotros la imagen de la desigualdad.


La pobreza en la infancia deja una estaca clavada en el pecho. Una de las tareas de la escuela es removerla. Es cambiar destinos, abrirlos.

Axel Rivas (2014)- Revivir las aulas 

Para revertir esto, la escuela y los maestros deben partir del reconocimiento de las desigualdades de origen y ofrecer la respuesta adecuada, buscando las mejores estrategias de intervención pedagógica que promuevan la inclusión social, y esencialmente que ayuden a detectar, reconocer, respetar y actuar en virtud de las diferencias entre los alumnos. Sólo de este modo se logrará una escuela que, respetuosa de la diversidad personal y colectiva, brinde a cada uno lo que necesite formativamente, una educación que integre, incluya, comprenda y pueda contener a todos los alumnos.

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