miércoles, 17 de noviembre de 2021

RECORRIENDO LA CULTURA

 


Cada persona es un mundo distinto, de eso no hay duda. Todos fuimos niños alguna vez, de eso nadie “se salva”.

Lo más probable es que nuestra infancia haya marcado en algún punto lo que somos hoy en día, dejando huellas que continúan vigentes. Un claro ejemplo es el de Rosa del Rio (personaje icónico del libro “La máquina cultural” de Beatriz Sarlo) que cuenta una infancia dura en la que tuvo que luchar para una educación digna y poder dedicarse a lo que más le hacía ilusión ser MAESTRA. Una de sus anécdotas emblemáticas fue la de las cabezas rapadas y las cintas argentinas ambos hechos se unen por el normalismo ya que las maestras enseñaban lo que en las familias no aprendían. Las cabezas rapadas pueden ser entendidas como un bloque de ideas de racismo, higienismo autoritario, ausencia de todo respeto por la integridad y privacidad de los alumnos que el estado y la familia confiaron desde el primer día de clases. La historia de las cintas argentinas es muy similar porque sus familias tampoco protestaron cuando obligaron a deshacer sus trenzas en el patio de la escuela en público. En ese entonces la escuela decidía cómo tenían que ser las personas y a su vez tenía que mostrar en público un modo que compensara la pobreza de la barriada de origen.

Otro ejemplo muy claro de las infancias marcadas son las historias de “ANGELA Y MARÍA” (un video realizado por un equipo de documentalistas en derechos humanos, disponible en YouTube) estas chicas tienen historias de vida muy diferentes, Ángela es una chica retraída que nunca tuvo el apoyo de su familia ,vivió situaciones de violencia y su cuerpo está moldeado en la carencia ,la alimentación, la estimulación y la educación, ella no es libre es dependiente de su propia pobreza, un cuerpo oculto, desaparecido ;claramente como explica Pierre Bourdieu es este caso tiene poco capital económico pero si capital social ya que pertenece a un grupo de personas (clase baja) y su capital cultural y simbólico es muy bajo por su vida misma. A diferencia de María que es una chica libre con una familia de mucho capital ya sea económico, social, cultural y simbólico. Tiene una vida llena de confort, buena educación y el acompañamiento de su familia en todo momento.






Hay mucha desigualdad en general y esto repercute en la educación, considero importante analizar hoy en día cómo la desigualdad determina nuestra educación, nuestro futuro, nuestro capital…

Bernardo Kliksberg, es un pensador reconocido sobre temas económicos, sociales y organizacionales.

Un interrogante que plantea es ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad?

El futuro de las personas, de las familias y de los países tiene que ver cada vez más con los niveles de educación. Se han visto las restricciones concretas que la desigualdad impone a los sistemas educativos de la región: superarlas requerirá ponerlas a foco y diseñar estrategias apropiadas a su naturaleza.

En sociedades como las latinoamericanas, con sectores de la población viviendo en la pobreza y la miseria, la educación puede ser una poderosa fuerza de cambio social y devolución de dignidad y esperanza a los pobres o, por el contrario, de persistir las fuertes consecuencias que la marcan, será un refuerzo permanente de los círculos perversos que conducen a la exclusión social y la tornan en una situación sin salida.

Otro factor visible es la vivienda: 120 millones de latinoamericanos viven en

villas miseria, favelas, ranchos. ¿Dónde van a estudiar y a hacer los deberes? En sus viviendas hay hacinamiento, Cuando llueve, se inundan. No existen las condiciones mínimas para estudiar.

Otro factor es la_ “educación pobre para pobres” _, no se enseña los mismos saberes ni se fomentan las mismas prácticas en todas las escuelas, es muy diferente según factores como el número de horas de clase anuales efectivas, y la preparación, motivaciones, capacitaciones y tiempos de dedicación de los maestros.

También afecta los recursos de aprendizaje, el edificio, el equipamiento en bibliotecas y en informática.

Como consecuencia de todo lo anterior, lo que aprenden los alumnos varía totalmente según concurran a una escuela privada, a una pública urbana o a una rural.

Axel Rivas lanzó un libro que habla justamente sobre estos problemas y cita tres diagnósticos para poder ver y solucionar los problemas que tiene la

educación:

·        Democratización de todos los niveles educativos

·        La calidad educativa se devaluó

·        Las diferencias entre las distintas escuelas se extendieron.

También especifica las cuatro revoluciones educativas que dieron origen al sistema educativo argentino: comienza con la religión donde las escuelas se crearon a través de las iglesias, también las aulas y para verificar lo aprendido los exámenes. La segunda revolución fue la estatal donde entró en juego el estado y se planteó que la escuela no nació como un derecho de los alumnos, sino que era una obligación a cumplir con el estado, acá se creó el curriculum para regular detallado las obligaciones para los niños. La tercera revolución fue la cultural que en este periodo coincidió con lo que se llamó “crisis de la educación” donde la escuela pasó a ser aburrida y en vez de ser una obligación pasó otra vez a verse como un derecho. La cuarta, ultima y actual es la revolución digital que se inició precisamente a partir de la masividad del uso de internet, se empieza hablar de una forma de educación que podría reemplazar a las escuelas y a los docentes; un mundo con sujetos aprendiendo solos frente a pantallas. En mi opinión no creo que esto sea posible ya que lo vivimos de cierta forma a través de la pandemia y se vio que todos ya sea los alumnos como los docentes necesitamos la institución y la presencialidad.

Dado que la escuela es una institución que nos trasciende, es un desafío que

tenemos adelante como educadores y como sociedad, achicar la brecha

educativa, hacer que la desigualdad social no repercuta de tal modo en la

educación, para que todos los niños puedan terminar sus estudios y contar, a

partir de ello, con un sólido capital cultural y simbólico, que son los que la

escuela debe garantizar.

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