Hemos tomado conciencia de que los últimos años fueron un poco problemáticos para la educación.
Durante dos años vivimos situaciones inesperadas como lo fue la pandemia y el aislamiento obligatorio, que nos transformó a todos, pero sobre todo a la escuela.
Pero las preguntas fundamentales son:
¿Qué pasó con tantos alumnos?, ¿Se cumplieron sus derechos? ¿El Estado estuvo presente?
Pensar o reflexionar sobre el derecho a la educación conlleva a mirar a la escuela que conocemos, o que creíamos conocer. Pero ¿ Se puede hablar de la escuela como aquello que es único en su especie?
¿Es la escuela única, recordando la nuestra?
El señor Rivas, experto en pedagogía y Licenciado en comunicación, en su libro “Revivir las aulas”, específicamente en el capítulo I, habla de las 4 revoluciones que dieron fruto a las escuelas y a la educación.
La primera revolución fue la religiosa, donde los conocimientos que brindaban eran en base a la biblia y acá fue donde aparecieron las primeras aulas.
La segunda revolución fue la estatal, la escuela comenzaba a estar en todas partes. En esta los niños estaban allí para cumplir lo que los grandes decían, era una infancia en donde los adultos tomaban las decisiones por ellos, un claro ejemplo es el libro de Beatriz Sarlo, en donde nombra a Rosa del Río, que se trataba de un padre que daba por hecho que su hija iba seguir los mismos pasos que el. En esta revolución la escuela es obligatoria, es donde se formaban individuos para el trabajo y como buenos ciudadanos, con el fin de que adoptaran la cultura.
La tercera revolución fue la cultural, donde la escuela comienza a crecer, donde ya se la comienza a ver como un derecho y no como obligación, comienza a verse como un lugar de refugio , en un mundo injusto y despiadado, un lugar de cuidado y protección, y con esto, no es el fin de la escuela, sino que el comienzo de una nueva etapa.
Con esta mirada de los alumnos hacia la escuela, aparece un medio innovador, la televisión. En ese momento de la historia se vio a la televisión como una distracción, ya que quienes tenían acceso a ella, veían a la escuela aburrida.
La cuarta y última revolución que nombra Axel Rivas , es la revolución digital, donde la escuela se vuelve más “difícil”, porque aparece internet, que fue el que abrió un nuevo mundo. Pero sin esta revolución no se hubiera podido pensar en tener clases durante la pandemia, ya que lo hicimos a través de la virtualidad.
Obviamente queda más que claro, que no todos pudimos acceder a ellas , debido a la intensa desigualdad que existe en lo digital.
Retrocediendo un poco a la segunda revolución donde ponemos el ejemplo de Rosa del Río, Beatríz Sarlo, en su libro “La máquina cultural”, cuenta la vida de una joven, y comienza desde su niñez, hasta su adultez, y relata como está llegar a ser una importante directora de una escuela pública.
En el libro, nos lleva a ver como Rosa veía a la educación, ella pensaba que la educación era atrayente, porque adquirió saberes y valores que en su casa no podía adquirir. Ella era hija de
En esos momentos, la docente era la encargada de transmitir todos los conocimientos que los niños tenían, ese era su único medio de comunicación, ya que como se vio en Rosa del Río, había familias que tenían poca comunicación entre ellas, y este caso nos muestra que esta familia no tenía la misma oportunidad que otras.
Si prestamos un poco de atención, aquí podemos notar la desigualdad, que aún en la actualidad sigue vigente y sigue siendo el oponente de muchos y muchas.
En el libro ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad? del autor Bernardo Kliksberg, cuenta que el sistema educativo es equitativo, ya que a los estudiantes más pudientes se
les da la mejor educación posible, y a los estudiantes “pobres” los arrojan a escuelas públicas subfinanciadas por ellos.
No obstante, se tiene en cuenta que la educación es el único medio por el cual se puede cambiar a las generaciones futuras.
El autor Prieto Castillo, quien marca la diferencia entre escuelas y medios, dice que la escuela tiene un público asegurado, ya que los estudiantes asisten a las escuelas por obligación social, y que lo harán por la necesidad de obtener un título para poder sobrevivir en estos tiempos donde todos te dicen que, sin un título, no sos nadie.
Lo plasmado en el escrito hasta el momento, nos hace volver a pensar en las preguntas del comienzo, ¿conocemos realmente a la escuela?, ¿fue la pandemia quien nos quitó la oportunidad?.
Seguimos luchando en contra de este sistema desigual, y nuestro deber como futuros educadores es seguir con esa lucha, todos somos iguales dentro del aula, debemos brindarles las mejores posibilidades a los alumnos, debemos pensar simplemente en los niños con un futuro hacia delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario