viernes, 16 de julio de 2021

Si no es en la escuela, entonces ¿dónde?

Las escuelas siempre existieron para enseñar a leer y escribir, pero en el último tiempo, surgió la necesidad de incluir otros saberes básicos que abarcan otras áreas. Ya que en cada contexto sociohistórico, surgen otros sujetos, con otras estrategias, y con otras prácticas sociales que demandan otro tipo de enseñanza.

Si bien la escritura es un modo importantísimo de representación y debe ser eje fundamental de la escolaridad; y que junto con la lectura tienen enormes beneficios como prácticas de conservación, producción y transmisión, no son las únicas dignas de enseñarse y aprenderse masivamente.

Deben potenciarse y beneficiarse con otros expandiendo nuestra capacidad de expresarnos, comunicarnos, de aprender sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Otros modos de representación como por ejemplo la imagen, el sonido y el lenguaje gestual o corporal.

Tomando el último ejemplo, el del lenguaje corporal, me comuniqué con la docente Andrea Pascarelli que actualmente es mi profesora en la materia Educación Musical; quien realizó una actividad muy interesante y que considero también significante tanto para ella, sus alumnos y para quienes pudieron acompañar desde la observación.

La actividad se llevó a cabo en el JI 902 de la ciudad de Mechita y se llamó “Mi compañero chamamecero”.

¿Cómo surgió y en qué consistió la actividad?

En el jardín ya se habían bailado varias danzas a lo largo de las semanas anteriores y el propósito de la actividad había sido elegir una danza tradicional para representar en el Día de la tradición. Para el cual, los niños eligieron el chamamé.

Como muchos de esos alumnos eran tímidos y no querían bailar con otro par, a la docente se le ocurrió como algo divertido, creativo y novedoso que construyeran su compañero chamamecero.

Esto consistió en que cada niño construyera junto a su familia un muñeco realizado con telas y del tamaño de sus cuerpos para luego sujetarlos a ellos y que se convirtiera en su compañero de baile.

Fue un trabajo por parte de docentes, alumnos y sus familias.

Andrea lo recuerda como una “Muy linda experiencia. Fue tan lindo, que hasta nos pidieron en la escuela que vayamos a bailar en el acto de ellos”

Entonces, estas formas de representación de la experiencia humana deben tener un lugar importante en la escuela. Porque, repito al igual que en el título, si no es la escuela la que proporciona estos saberes, ¿quién lo hará?

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