El trabajo
de campo fue realizado al final del Taller de Ciencias Naturales de 3° año del
Nivel Inicial, como una forma de cerrar el bagaje de conocimientos para preparar
a las alumnas para el próximo año. Tuvo como objetivo, por un lado, ser el corolario
del conjunto de conocimientos que las futuras docentes incorporan durante su
paso por el Instituto Superior Santísima Virgen Niña.
Este trabajo
se comienza a preparar luego del receso invernal, ya que lleva mucho tiempo de
elaboración por parte de las alumnas en su casa para hacerse del material con
el que van a trabajar después.
Los
materiales, por un lado, cosas simples como: frascos rotulados, cintas de
embalaje, bolsas, cajas, diarios, y todo lo que sea necesario para el acopio de
material que encuentren en el parque.
Por otro
lado, está la preparación de la red entomológica, el disco de secchi, frasco
aspirador, varilla para sacudir ramajes, la red de plancton, también, el armado
de lo que va a ser luego un herbario, terrario y acuario.
Todo esto
lleva tiempo y dedicación por parte de las alumnas y esto hace que tengan que
ir leyendo e interiorizarse acerca del lugar que van a visitar y para qué van a
ir, y sobre el medio ambiente en el que estamos inmersos, en este caso, el
Parque Municipal de Alberti, un ecosistema artificial, aunque podemos decir que
forma parte del paisaje natural de lo que es nuestro hábitat, la llanura
pampeana. Y el hecho de que es un parque hace que podamos encontrar especies en
su mayoría exóticas, pero sin dejar de lado la presencia de la fauna típica del
lugar. Y también hay algunas especies de plantas autóctonas.
En mi
experiencia como docente, este trabajo cuando yo lo propongo a principio de año,
genera resistencia por parte de las alumnas porque implica tener que venir a Alberti
fuera del horario en el que comúnmente concurren al Instituto. Más allá de esto,
es comprensible que la mayor parte de las alumnas tengan otras actividades
laborales o compromisos, lo cual dificulta el traslado en otro horario. Pero
con buena voluntad y buena disposición el trabajo se realiza sin
inconvenientes.
Las
actividades tienen que ir planeándose de forma armónica, de forma tal que puedan,
al mismo tiempo que son una obligación, ser un disfrute. La realidad es que,
puedo decir que después de vencer estas pequeñas resistencias, todos los años
puedo sentirme plena, me da mucha satisfacción el realizar este tipo de
actividades y lo mejor del caso es que no solo lo siento o lo percibo yo como
docente, sino que las alumnas se entusiasman, no tienen apuro para volver. Aunque
este año tuvimos que afrontar las inclemencias del tiempo porque se largó a llover,
pero, de no ser por eso, no hay ningún otro obstáculo que se tenga en cuenta
porque cuando se quiere se puede.
Una vez
instaladas en el parque y con la correspondiente guía de trabajo que las chicas
reciben, nos disponemos a comenzar con la “investigación” o exploración de los
distintos ambientes (ambiente terrestre, ambiente acuático, la estimación del
viento, la temperatura del ambiente, de la tierra y del agua, y la recolección
de muestras que no impacten el equilibrio del ecosistema, siempre respetando a
los seres vivos y al medio ambiente). También, la toma de fotos, la observación
y las aclaraciones que las alumnas soliciten y las que uno pueda realizar de
manera oportuna.
Luego, las chicas
se retiran, y en sus domicilios elaboran un acuario, un terrario y un herbario
para presentar y defender en la clase. Donde, además, ellas incorporan conocimientos
o conceptos como ecosistemas, biotopos, biocenosis, en la defensa del trabajo
que han realizado.
El día de la
muestra y defensa, las alumnas defienden con uñas y dientes, ya que es el fruto
de su esfuerzo, su propia producción.
Desde mi
punto de vista, es un trabajo que me gratifica y que me parece que a las
alumnas y futuras docentes les sirve y que les genera sentimientos profundos en
cuanto a su propia relación con la naturaleza y con el medio en el que vivimos.
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