viernes, 28 de junio de 2019

Opinión sobre la meritocracia educativa.




El mérito esconde todas nuestras fantasías.


En la educación, la meritocracia es el criterio central de la definición del futuro de cada alumno. Es nuestro deber como futuras docentes, removerlo y poner a la meritocracia en su lugar. No dejar que defina sus vidas a tan temprana edad y usarla para reforzar a nuestros alumnos.
La meritocracia asume que los logros educativos son responsabilidad de los esfuerzos y los talentos de cada alumno. Por lo tanto, tiene un modelo perfecto de sistema educativo: la igualdad de oportunidades. Sin embargo, ésta idea es portadora de la exclusión educativa. El modelo perfecto de la meritocracia es que todos entren en la escuela, la cual debe ser igual para todos y que gane el mejor. 
En el modelo meritocratico ganan la competencia escolar los ganadores de la competencia social. Es un modelo de reproducción de las desigualdades existentes. 
Cuando un alumno llega a un examen, lo que está en juego es mucho más que lo aprendido en las horas de clase. Está su historia cultural, el lenguaje que aprendió desde que nació, los viajes que pudo hacer, el tiempo libre que puede usar para estudiar, la comodidad de su cuarto y su escritorio. Todo esto y más va al examen con él. 
La meritocracia no sólo hace ganar la carrera escolar a los que salieron con ventaja social y económica, sino que legitima su triunfo. Entonces quien triunfa en la escuela tiene derecho a triunfar en la sociedad, cuando en realidad el comienzo es lo inverso: por triunfar en la sociedad tuvo ventajas para ganar la competencia de iguales oportunidades en la escuela. 
Sin embargo, también entendemos que sería injusto no reconocer ni valorar los esfuerzos individuales. Sólo hay que ponerlo en un plano donde no sea el criterio pedagógico dominante. 
Otorgar a los estudiantes, la oportunidad necesaria que requiere en ese determinado momento para transitar su educación, siendo ésta significativa para ellos. 
Como estudiantes del profesorado de Educación Especial, nos enfocamos en las individualidades de cada alumno. En sus intereses, sus capacidades, sus gustos, sus estilos de aprendizaje, sus dificultades, su contexto, sus experiencias y saberes previos, entre otros. Para ello contamos con los recursos y apoyos para las necesidades educativas especiales que requieran esos alumnos, que en nuestro caso derivan de su discapacidad, para que puedan tener una trayectoria educativa satisfactoria. 



Desde nuestro lugar tenemos la experiencia y la obligación de ir a buscar la igualdad más allá de aquella que tenemos ante la ley, sino de la igualdad real de oportunidades y trato. Para que esto suceda, existen medidas de acción afirmativa que garantizan el mismo goce y ejercicios de derecho, como por ejemplo la ley de inserción laboral en la cual el Estado nacional, con todos sus organismos, está obligado a ocupar personas con discapacidad en una proporción no menor del 4% de la totalidad de su personal y a establecer reservas de puestos de trabajo, exclusivamente otorgados por ellas.
Éstas oportunidades deben servir como ejemplo para el sistema educativo en general, debiendo ofrecer las oportunidades y el espacio teniendo en cuenta a sus alumnos en sus contextos, realidades, intereses y capacidades. 
Para que la influencia de la exclusión educativa no se reproduzca en los hogares en donde creen que su destino es merecido e inmodificable.




El objetivo de la escuela debe ser pluralista, sin caer en la compasión educativa o facilismo. Éste último como la idea de que los alumnos de sectores vulnerables deben pasar de grado y de año, pese a no dominar los contenidos, dado que el fracaso sería peor y los haría abandonar.
El camino frente a la meritocracia y el facilismo debe tener protección e integración, con fuertes respuestas pedagógicas, compromiso, inclusión. Con una escuela centrada en el individuo, equitativa y esencialmente justa para todos.


Victoria Caputo
Brenda Zalazar
Estudiantes del segundo año del Profesorado de Educación Especial.

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